La palabra ansiedad proviene del latín y significa aflicción o angustia. Las personas que la sufren suelen describirla como una fuerte sensación de miedo, ahogo, desesperación e impotencia.
Hoy en día sabemos que la ansiedad es una respuesta emocional adaptativa con una función básica: preparar a los organismos vivos para huir de una amenaza. Por eso, la ansiedad se activa para protegerse cuando uno cree estar ante un peligro inminente.
En el caso de los seres humanos, las dificultades surgen cuando la ansiedad se presenta en situaciones en las que no es necesaria y/o en intensidades desmesuradas. Entonces la ansiedad se vuelve desadaptativa y disfuncional, presentándose en forma de palpitaciones, elevación de la frecuencia cardíaca, temblores, opresión o malestar torácico, miedo a perder el control o morir, mareos, etcétera.
Los psicoterapeutas sabemos que cuando estas situaciones se mantienen en el tiempo, su disfuncionalidad aumenta, produciéndose un círculo que se retroalimenta. Las personas que se ven inmersas en este círculo tienen la sensación de no poder pararlo, de que cada vez va a más, y pueden sentirse incapaces de gobernar su ansiedad. Por lo tanto, enfrentarse a ella puede ser un reto arduo y difícil.
Des de IDAPP sabemos que la ansiedad puede ser controlada y tratada; y que con un acompañamiento terapéutico adecuado se puede recuperar una cotidianidad libre de la ansiedad y del malestar que genera. Para ello, proponemos una intervención individual basada en el modelo cognitivo-conductual, que se ha mostrado como el más eficaz en estas situaciones, combinándolo, si es necesario, con un apoyo psicofármacológico.
Durante el proceso terapéutico, se exploran y se practican las estrategias conductuales más eficaces para la situación personal de cada uno, se revisan si existen algunas creencias o pensamientos disfuncionales que alimenten el circuito de la ansiedad y se combaten los temores que alertan a la ansiedad; todo ello usando los recursos y las fortalezas propias de cada persona. En definitiva, se empoderar a la persona para que vuelva a sentir que es ella quien controla su ansiedad, y no al revés.